Día 0:
Creo que me ha sentado mal lo que he comido en la cena.
Día 1:
Fiebre. Paso la jornada en cama, soñando con
unas piezas que parece que tenía que encajar entre si. Por la tarde tuve la
sensación de que lo más difícil ya estaba encajado, así que permanecí más tranquilo.
No, no creo que eso de
encajar piezas tuviera algo que ver con el deseo sexual, más bien con un
videojuego al que estuve jugando la semana anterior.
A
última hora me levanto dando tumbos, bebo un zumo y me vuelvo a la cama.
Día 2:
Aun con
fiebre, pero no tanta. Es el momento de desplazarme al sofá y enroscarme en la
manta. Voy combinando los ratos de dormir con los de ver la tele. Es decir, que me despierto y media hora de caja tonta vuelven a dejarme grogui.
Las enfermedades
son el momento ideal para calibrar la calidad de la televisión. Y es que en una situación cognitiva normal uno no sería capaz de soportar tantas horas de TV seguidas.
El veredicto es que nunca
la había visto tan mala como hasta ahora. Casi todos los canales parecen echar
lo mismo a todas horas. Hay un canal "Aquí no hay quien
viva", un canal "La que se avecina", un canal "subastas de
trasteros"... Incluso los de dibujos animados siempre están rotando las mismas tres
o cuatro series. Y, por supuesto, hay tertulias por todas partes. Bueno, más bien son grupos de gente
que se pone a gritar sin tener mucha idea de lo que están hablando, no es el mismo concepto de
tertulia que había en los tiempos de "La clave", un programa que se emitía hará cosa
de treinta años y que sólo la música de la cortinilla ya te sobrecogía y te hacía
guardar silencio.
Día 3:
Ya no
tengo fiebre. Ha llegado el momento de salir a la calle, comprar algo de fruta
y pasar unos días sobreabridado y algo hipocondríaco. Y también es hora de pasar a la báscula: ¡Oh, pero
si he perdido dos kilos y medio! No hay mal que por bien no venga.
2 comentarios:
Estoy muy de acuerdo con el personaje sobre la opinión que tiene acerca de la programación actual :)
Gracias por tus comentarios ! :)
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